Contrariamente al Impresionismo francés, el Surrealismo trabajó independientemente del mundo de la industria y del mercado cinematográfico. Este estaba estrechamente ligado al Surrealismo literario y pictórico y al pensamiento de Sigmund Freud. Seguía las teorías expuestas en el Manifiesto surrealista de André Breton (1924), impulsor del movimiento.Los principios básicos de este movimiento se centraban en la experiencia onírica, en el privilegio del inconsciente y en el rechazo de la razón, de la lógica y de toda preocupación estética y moral.
El Surrealismo cinematográfico intuyó la estrecha relación entre cine y sueño, entre los mecanismos de la visión fílmica y los de la visión inconsciente.
El primer intento de llevar el Surrealismo a la pantalla fue La coquille et le clergyman (Dullac, 1928), a partir de un texto de Antonin Artaud. La película no gustó a los surrealistas, que rechazaron su excesiva cura formal.
Las dos películas que mejor representan las inquietudes surrealistas son Un chien andalou, 1928 y L’age d’or, 1930, ambas dirigidas por Luis Buñuel.
En estas películas resulta evidente el carácter antinarrativo del cine surrealista, que ataca toda forma de causalidad: los eventos no obedecen a una relación de causa-efecto, sino que se suceden arbitrariamente, sin ningún tipo de control lógico o racional.
En la primera escena de Un chien andalou, por ejemplo, un hombre corta la pupila de una mujer, que ni siquiera intenta protestar.
Diversamente de lo que ocurría en el Impresionismo francés, en el Surrealismo no existía la psicología de los personajes. El deseo erótico, gestos blasfemos, la violencia, el humor negro, son algunos de los materiales que los surrealistas organizan en sus películas, cuya forma es libre y abierta, donde todo puede ser aceptado o rechazado, con el fin de que emerjan los deseos e impulsos más escondidos y oscuros del espectador.
Fotograma de Un chien andalou.
El Surrealismo cinematográfico intuyó la estrecha relación entre cine y sueño, entre los mecanismos de la visión fílmica y los de la visión inconsciente.
El primer intento de llevar el Surrealismo a la pantalla fue La coquille et le clergyman (Dullac, 1928), a partir de un texto de Antonin Artaud. La película no gustó a los surrealistas, que rechazaron su excesiva cura formal.
Las dos películas que mejor representan las inquietudes surrealistas son Un chien andalou, 1928 y L’age d’or, 1930, ambas dirigidas por Luis Buñuel.
En estas películas resulta evidente el carácter antinarrativo del cine surrealista, que ataca toda forma de causalidad: los eventos no obedecen a una relación de causa-efecto, sino que se suceden arbitrariamente, sin ningún tipo de control lógico o racional.
En la primera escena de Un chien andalou, por ejemplo, un hombre corta la pupila de una mujer, que ni siquiera intenta protestar.
Diversamente de lo que ocurría en el Impresionismo francés, en el Surrealismo no existía la psicología de los personajes. El deseo erótico, gestos blasfemos, la violencia, el humor negro, son algunos de los materiales que los surrealistas organizan en sus películas, cuya forma es libre y abierta, donde todo puede ser aceptado o rechazado, con el fin de que emerjan los deseos e impulsos más escondidos y oscuros del espectador.
Fotograma de Un chien andalou.